Archive for the ‘Choros’ Category

Manifiesto

Ay amor,
Vienes y vas, cuál sueño, cuál fantasma.

Seguimos siendo los mismos, y sin embargo nada es igual…

Te sueño, aún ahora que vives conmigo
Como cuando eras lejana, extraña a mi cama.

Y te amo, aún hoy que la vida nos aburre con su rutina,
A pesar del mundo y sus tentaciones,
Sigues siendo mi vida,
Desde esa instante primero,
Al igual que esa noche en que supe estaba vivo.

Qué más da si debo ofrecer mi libertad,
Qué más da si a cambio obtengo una vida a tu lado.

Eres como yo (mejor que yo), conoces mis mentiras
-Mis pecados-, y me amas a pesar de ellos.
(Yo te amo por ellos, por ser tan santa y tan diabla).

Yo…
Estoy aquí,
Sin saber qué será del mañana
(sin importarme habrá un mañana, hoy estás conmigo).

Sabiendome el más afortunado, y a ti, la más testaruda,
la más aventurera, la que por un “quizá” apuesta su vida,
Por quien por un beso estoy dispuesto a morir, a matar.

¿Yo quién soy para dudar de ti?
¿Quién sería yo si tu amor no me hubiera encontrado?

Te amo…
¿Acaso el mundo y sus “qué dirán” nos deben importar?.

¿Pedirte te cases conmigo acaso vale más que un:
“Contigo hasta la victoria o la muerte en el camino”?

Roberto Arenas, ‘Paroxis’.

Tiempos de guerra

Son tiempos difíciles -lo cual es decir lo obvio-,
Vivir pareciera un lujo y no ya un derecho,
Mientras las balas están a precio de descuento.

Cuesta respirar, el humo de la traición y del odio asfixia,
Nos llena los pulmones de miedo, de desesperanza,
Y nos sentimos indefensos, sin saber quienes son los buenos
-Sin saber siquiera si aún quedan buenos-.

Morimos, uno a uno, sin orgullo ni propósito,
Morimos en nosotros mismos, cerrando los ojos a la realidad,
Culpamos, por impotencia o por ignorancia, culpamos a todos,
A los que trajeron la guerra a nuestras calles,
Justo en nuestros tiempos, sin preguntarnos, sin avisarnos.

De pronto, nuestros vecinos resultaron ser seres sin escrúpulos,
Asesinos tan salvajes como nunca habían sido vistos en estas tierras,
Fieras con sed de muerte, de dolor ajeno, de llantos.

Nos quedamos paralizados,
No sabíamos -ni sabemos- como un humano nacido de una madre,
Se convertía en la peor de nuestras pesadillas,
¿Fuimos nosotros sus creadores?, ¿la indiferencia, la pobreza?.

Difícil creerlo, más cuando te enseñaron uno es dueño de su destino,
Que “Libertad” es una decisión personal, ajena al mundo y a la sociedad,
Pero sin embargo, aquí están entre nosotros, los “sin nombre”.

Somos ya pocos, demasiados pocos, ellos cada vez más,
Y entre nosotros un país incapaz de abrir los ojos,
Donde el instinto de sobrevivencia se ha refugiado en la cobardía
En cuya consecuencia está el heredar a nuestros hijos lo que hoy vivimos.

La estrategia del miedo está ganando, y eso aterroriza,
Empezamos a desconfiar existirá un mañana, o un “nosotros”,
Queremos “Paz”, pero no sabemos si la merecemos, si es tiempo de ella,
Si podremos ser sociedad, o si es necesario un volver a empezar,
Una última primera revolución, por ideales y espíritu,
Una “Paz” conquistada, no impuesta, mucho menos una “Tregua”.

Ceder ante quienes no respetan la vida es igual a perder,
Y si perdemos… perdemos todo.

Roberto Arenas, ‘Paroxis’.

Karma

Llevo, lo sabes, años de recuerdos, errores, heridas, palabras, todo a cuestas, a sangre viva, sin exculpación, o redención.

Está de más decirlo, no sé, decir no importa qué, mis pecados estarán conmigo, marcando pauta, despertándome en la noche cada vez que unas lágrimas en mi memoria, en la lejanía de otro sueño, rompan el silencio.

Duele, duele ser feliz, ser hoy quien no pude ser, pero no queda más, se lo debo a la vida, al pasado, aprender de mis errores, estar dispuesto a darlo todo, a no ceder, a no cometer un error, a morir antes de repetir la historia, de lastimar otro corazón.

Roberto Arenas, ‘Paroxis’.

Del Tiempo y El Nosotros

Me perdi,
En el deseo,
En el miedo a la rutina.

Me aleje de mí,
De ti, de un nosotros,
Del mañana.

Buscaba donde no,
Creyendote excusa
Cuando ahora sé,
Eras razón.

Querías conmigo una vida
Yo creía ya tener una.

Aprendí a mentir (te)
Mientras tu dormías
Y yo te abrazaba.

Me asfixiaba,
Te creia responsable,
Carcelera de mis sueños.

Gritaba, moría,
Y tú me amabas
Te amaba,
Nada te respondía.

No hiciste más que morir conmigo,
Esperabas un milagro,
Yo quería todo acabará,
Asi te perdí,
Solo el frio quedo.

Estoy cansado, eso es todo,
De ser y no serlo,
De vivir en la sombra de lo que fuimos,
De saber no volverás.

Imaginando,
Lo que tuvo que haber sido…

Roberto Arenas, ‘Paroxis’.

Será que no he querido escribir, el que he esperado sanen viejas heridas, puede ser incluso que mi voz, mis letras se hayan marchado contigo, que el “yo” se perdió al terminar el “nosotros”.

No escribiré más para tí…

Esta ha dejado de ser tu casa y tú no eres más bienvenida, hoy renuncio a todo, y sobre todo a ti. Porque has demostrado no vales la pena, porque puedo seguir sin ti, sin el que yo era por ti.

….Y seré feliz.

(Te lo puedo prometer, ¿ tú podrías prometer lo mismo?)

Roberto Arenas, ‘Paroxis’.

Obviedades

Me he acostumbrado a creer no leerás lo que escriba,
Al que tu pensamiento ha encontrado otra razón.

Soy un ser convertido en poco menos de un suspiro,
Un nombre conjugado en pasado
Por el mismo corazón del cual alguna vez fuí
Presente y latir.

Roberto Arenas “Paroxis”

Rosas y Mensajes

No busco forzar ya la historia, he entendido el secreto de los sueños es su lejanía de la realidad, lo vital que resulta el espacio existente entre tu latido y el mío.

Lo que intento decir (decirte), es que quiero sea mi verdad tuya, librar a tus alas de mis mentiras, dejar de pedirle a la prosa supla mi cobardía.

…Confesarte sabía de antemano no existía “el por siempre jamás”.

Roberto Arenas, ‘Paroxis’.

De Sangre y Amor

A tu voz dispongo mis más bajos instintos asesinos,
Esta sed de sangre cada vez que alguien te lastima,
Cuando hay quien se atreve a robarte un suspiro.

Te encontré donde no te buscaba, cuando no esperaba saber de ti ni del amor que en tu corazón cual promesa guardas. Estábamos como hoy, en un mundo distinto al de resto.

¿Recuerdas?, ¿la noche?, ¿las palabras perdidas?.

En tu juventud encalló mi vida, en el secreto de tu risa, en el porqué de tu todo que poco a poco curaba mi pasado, me declare al instante perdido en la inocencia de tu mirada, en su forma de avisar un beso que no llegará. Supe era tiempo de quemar las naves, de defender con vida y muerte la cabeza de playa conseguida bajo aquella luna.

No desistir, no retroceder, fueron consignas inmediatas, no olvidar fue en tu libertad donde te entregue mi pensamiento. Sé faltan tantas batallas, pero ninguna más grande que nuestra voluntad, distancia mayor a un pensamiento, o destino distinto al que forjemos, por ello y por un nosotros, esta guerra es nuestra, y su final un capítulo más de nuestra historia.

Roberto Arenas, ‘Paroxis’.

Carta Renuncia

La mayor muestra de amor que puedo darte no es siquiera mi vida por la tuya, es más bien un adiós sin condiciones ni reproches. Lo más que deseo de ti es no me extrañes, una sonrisa robada de vez en vez en nombre del recuerdo de quienes fuimos cuando éramos “tú y yo”.

Tras tantos años, mereces te sea sincero, en tu felicidad habita la mía, lejos de las lágrimas tan llenas de sal que calan hasta el alma, a kilómetros de los gritos, de la incompatibilidad demostrada entre tu corazón y el mío.

Te libero de todo aquello creas me debes, fuimos dos en una historia, victimas perfectas de nuestro lado victimario, no medimos consecuencias y hoy estamos sin encontrar el norte, perdidos, llenos de frio, pese al abrazo fingido y los besos llenos de costumbre. Debemos actuar en consecuencia, perdonar al pasado en nombre del futuro, a sabiendas nuestros caminos no son los mismos.

No digamos “seamos amigos”, esas cosas son de niños, de quienes no han compartido noches como las nuestras, ni sueños tan cálidos. Seamos vidas propias, un “Te amo” que no acabe, un descargo al volverlo a intentar.

No hay en esta vida, algo que más quiera que tus ojos, la paz que me llena al saberme abrigado por ellos, no he escuchado frase más exacta, ni más hermosa, que tu “¿quieres cenar?”, no hay nada que me valga más que el tiempo vivido contigo.

Por ti, por mi, seamos lo que juntos no logramos, lo que sabes necesitas, sin buscar ya pretextos para no contestar llamadas, renunciemos de una vez por todas a este dolor de no ser el uno para el otro, de ver pasar el tiempo sin encontrar el propio.

Déjame regalarte la oportunidad de ser feliz, déjame demostrarte cuanto puedo amarte apartándote de mí…

Roberto Arenas, ‘Paroxis’.

De un “Quédate Aquí”

No quiero sino quererte, sin detener tu paso, sin pedirte más que nada. Mostrarte mis cartas a cambio de un día, de una noche para demostrarte soy yo tu destino, hacer de la causalidad un porqué y un mañana.

Besarte por fin después de tanto soñarte, como si no hubieran pasado vidas desde la última vez.

Es, si lo buscamos, la oportunidad de ser quienes no hemos sido, de convertir el hoy en el tiempo de un nosotros.

Y un aquí…

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Paroxismo

(Del gr. παροξυσμός).

1. m. Exaltación extrema de los afectos y pasiones.