Archive for September, 2011

Manifiesto

Ay amor,
Vienes y vas, cuál sueño, cuál fantasma.

Seguimos siendo los mismos, y sin embargo nada es igual…

Te sueño, aún ahora que vives conmigo
Como cuando eras lejana, extraña a mi cama.

Y te amo, aún hoy que la vida nos aburre con su rutina,
A pesar del mundo y sus tentaciones,
Sigues siendo mi vida,
Desde esa instante primero,
Al igual que esa noche en que supe estaba vivo.

Qué más da si debo ofrecer mi libertad,
Qué más da si a cambio obtengo una vida a tu lado.

Eres como yo (mejor que yo), conoces mis mentiras
-Mis pecados-, y me amas a pesar de ellos.
(Yo te amo por ellos, por ser tan santa y tan diabla).

Yo…
Estoy aquí,
Sin saber qué será del mañana
(sin importarme habrá un mañana, hoy estás conmigo).

Sabiendome el más afortunado, y a ti, la más testaruda,
la más aventurera, la que por un “quizá” apuesta su vida,
Por quien por un beso estoy dispuesto a morir, a matar.

¿Yo quién soy para dudar de ti?
¿Quién sería yo si tu amor no me hubiera encontrado?

Te amo…
¿Acaso el mundo y sus “qué dirán” nos deben importar?.

¿Pedirte te cases conmigo acaso vale más que un:
“Contigo hasta la victoria o la muerte en el camino”?

Roberto Arenas, ‘Paroxis’.

Tiempos de guerra

Son tiempos difíciles -lo cual es decir lo obvio-,
Vivir pareciera un lujo y no ya un derecho,
Mientras las balas están a precio de descuento.

Cuesta respirar, el humo de la traición y del odio asfixia,
Nos llena los pulmones de miedo, de desesperanza,
Y nos sentimos indefensos, sin saber quienes son los buenos
-Sin saber siquiera si aún quedan buenos-.

Morimos, uno a uno, sin orgullo ni propósito,
Morimos en nosotros mismos, cerrando los ojos a la realidad,
Culpamos, por impotencia o por ignorancia, culpamos a todos,
A los que trajeron la guerra a nuestras calles,
Justo en nuestros tiempos, sin preguntarnos, sin avisarnos.

De pronto, nuestros vecinos resultaron ser seres sin escrúpulos,
Asesinos tan salvajes como nunca habían sido vistos en estas tierras,
Fieras con sed de muerte, de dolor ajeno, de llantos.

Nos quedamos paralizados,
No sabíamos -ni sabemos- como un humano nacido de una madre,
Se convertía en la peor de nuestras pesadillas,
¿Fuimos nosotros sus creadores?, ¿la indiferencia, la pobreza?.

Difícil creerlo, más cuando te enseñaron uno es dueño de su destino,
Que “Libertad” es una decisión personal, ajena al mundo y a la sociedad,
Pero sin embargo, aquí están entre nosotros, los “sin nombre”.

Somos ya pocos, demasiados pocos, ellos cada vez más,
Y entre nosotros un país incapaz de abrir los ojos,
Donde el instinto de sobrevivencia se ha refugiado en la cobardía
En cuya consecuencia está el heredar a nuestros hijos lo que hoy vivimos.

La estrategia del miedo está ganando, y eso aterroriza,
Empezamos a desconfiar existirá un mañana, o un “nosotros”,
Queremos “Paz”, pero no sabemos si la merecemos, si es tiempo de ella,
Si podremos ser sociedad, o si es necesario un volver a empezar,
Una última primera revolución, por ideales y espíritu,
Una “Paz” conquistada, no impuesta, mucho menos una “Tregua”.

Ceder ante quienes no respetan la vida es igual a perder,
Y si perdemos… perdemos todo.

Roberto Arenas, ‘Paroxis’.

Return top

Paroxismo

(Del gr. παροξυσμός).

1. m. Exaltación extrema de los afectos y pasiones.